La música “clásica” en el cine va más allá de la simple ambientación. Su papel es esencial para transmitir el tono y la atmósfera de una escena, y para provocar una respuesta emocional en el público. A través de la música incidental y las características únicas de la música “clásica”, los compositores pueden manipular nuestras emociones y profundizar nuestra conexión con la historia y los personajes. En este contexto, la música “clásica” es un componente vital en la experiencia cinematográfica, y su influencia en nuestra percepción y disfrute de las películas no debe subestimarse.
La música incidental, o también conocida como “score” cuando es original y compuesta exprofeso para la película, es el recurso utilizado por los directores y productores del cine para realzar las emociones y ambientaciones de sus películas, y en muchos casos, la elección recae en también en obras clásicas no específicamente escritas para esa película (“Soundtrack”) que aportan una profundidad y complejidad únicas a las escenas.
Las características de la música “clásica” la hacen especialmente apropiada para su uso en el cine. Su diversidad y riqueza emocional permiten que se adapte a una amplia gama de escenarios y emociones, desde la tensión hasta la alegría, desde el amor hasta el miedo. Además, su estructura y desarrollo a menudo reflejan la narrativa de las películas, con una introducción, desarrollo, clímax y resolución que coinciden con las etapas de la historia.
La música incidental, compuesta por grandes maestros como Beethoven, Mendelssohn o Purcell, ha dejado una huella indeleble en algunas de las obras de teatro más icónicas de la historia. Los compositores de música cinematográfica, inspirados por estas obras maestras, han utilizado su influencia para crear bandas sonoras que se han convertido en elementos esenciales de la identidad de sus películas.
Sin embargo, también hay compositores contemporáneos que han creado nuevas piezas específicamente para el cine (“Score”). Estos compositores, como John Williams, John Barry, Hans Zimmer y un larguísimo etcétera, han demostrado que la música sigue siendo una fuente inagotable de inspiración y sigue siendo capaz de evocar emociones y crear atmósferas en el cine del siglo XXI.